Partido Comunista de Chile - Regional Iquique

lunes, febrero 25, 2008

Hospital de Iquique: la verdad de la crisis

(Epifanio Flores, DIARIO 21 de Iquique, 25 de febrero 2008)
La comunidad iquiqueña asiste a un confuso proceso de crisis que se vive al interior de las Salud Pública de la provincia. En efecto, la reciente asunción de una nueva Directora del Servicio de Salud ha debutado con el despido de un trabajador de carrera que cumplía funciones de Director del hospital en momentos álgidos de la crisis en curso, cuando nadie se atrevía a asumir dicha responsabilidad. Este despido con razón ha indignado a los trabajadores puesto que, independientemente de la calidad de su trabajo como director, este funcionario ha sido puesto en la calle, en situación de cesante, con evidente atropello a la estabilidad laboral, de la cual históricamente han disfrutado todos los directores anteriores al momento del cese de sus funciones como tal.
Más allá de los diversos matices y lecturas que los gremios han hecho de este acontecimiento, es una obligación de la comunidad hospitalaria, principalmente de sus gremios representativos, el intentar dilucidar las cuestiones de fondo que esta situación refleja. Partamos del escandaloso hecho que en los dos últimos años han transitado ya siete directores del Servicio de Salud en el cargo, situación única en el país, que revela la crisis de gobernabilidad que hoy domina el sector anunciando el caos reinante a la hora de orientar soluciones a los grandes conflictos que afectan a la comunidad hospitalaria. Parte de esta crisis de liderazgo se comprende por las discrepancias y conflictos de poder existentes al interior de la Concertación, la cual se disputa de manera irracional y con permanente desprecio por la racionalidad técnica, científica y de gestión, las efímeras cuotas de poder que el aparato del Estado les ofrece en el manejo del sistema sanitario iquiqueño. La inevitable toxicidad que está reinando en su interior ya no garantiza ni credibilidad ni estabilidad para las nuevas autoridades, más aún cuando éstas optan defensivamente por hacer su gestión encerradas entre cuatro paredes, tomando decisiones a espaldas de los actores sociales que conforman la comunidad hospitalaria. La nueva directora ha dado una señal inequívoca de que el camino que ha elegido para gobernar en el sector es uno autoritario y personalista, muy lejos del modelo comunitario en salud que las políticas públicas proponen en sus programas nacionales.
La crisis de la salud en Iquique, al igual que en el resto del país, obedece a las consecuencias prácticas de la silenciosa y semioculta estrategia de privatización de la salud pública actualmente en curso, tarea encomendada con extremo celo a los directores quienes deben implementar un conjunto de medidas impopulares para dar cumplimiento al encargo ministerial. En los marcos de un neoliberalismo extremo como el que está en curso en nuestro país en todos los ámbitos de la sociedad chilena, en salud esto significa mercantilización de la medicina y de las acciones sanitarias, menosprecio por las necesidades individuales y fin a la idea de la salud como un derecho; jibarización de los presupuestos para salud; “externalización” de servicios; precarización del empleo; bajos sueldos. Los últimos directores se han afanado, todos ellos sin excepción, en ser los mejores ejecutores de estas tareas privatizadoras; cada uno ha tenido la fantasía de coronarse como autor del proceso de transformación del hospital de Iquique en lo que llaman “hospital autogestionado”, estado ideal para la gestión en salud desde un modelo neoliberal que cambió la asistencia en salud por la producción de ganancia a partir de la mercancía salud – enfermedad. Esto explica por qué el hospital está en crisis de recursos materiales y humanos, en crisis de disponibilidad de camas, en crisis de lista de espera para operaciones de cirugía mayor, en crisis de tecnología, etc.
Aquí está la base de la crisis, hacia estos aspectos debe dirigirse la preocupación de los trabajadores de la salud: hacer conciencia pública -y al interior de la comunidad hospitalaria- sobre los peligros de este nefasto proceso. Un rol fundamental en esta tarea lo tienen los gremios de la salud; ellos ya enfrentan el doloroso fenómeno del divisionismo al interior de sus filas, cuestión que ha debilitado notablemente la fuerza del movimiento gremial; tal vez sea ésta una primera tarea de los trabajadores, reflexionar acerca del estado actual de su capacidad organizativa y de lucha, antes de que sea tarde y que la imposición plena de la reforma sanitaria termine por ahogar su capacidad de respuesta social. Deben abrirse dentro de la comunidad hospitalaria espacios de debate entre trabajadores de todos los ámbitos del sistema para profundizar la toma de conciencia respecto de lo que realmente pasa y, sobre todo, para elaborar en conjunto una plataforma de lucha que ponga en el centro la defensa de la salud pública de un modelo sanitario solidario, como el que tuvo Chile hasta 1973; la adquisición de sueldos justos; la democratización de la gestión en salud; la profesionalización de los cargos directivos; la implementación de una gestión en salud con foco no en la producción sino en los logros sanitarios; la denuncia de las inconsistencias del famoso Plan Auge.

Epifanio Flores

Partido Comunista de Chile - Comite Regional Iquique

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