Crisis, desempleo y movilizacion en Tarapacá

Nos alarman las graves repercusiones de la crisis económica y que está significando una dramática ola de despidos, incluso en áreas completamente injustificadas como son las mineras puesto que han rentado más que colosalmente en la década. Nuestras autoridades públicas y políticas tienen que afirmarse los pantalones y elevar una exigencia clara –no peticiones al corazón como lo ha venido haciendo el gobierno- y plantearle a las compañías que detengan los despidos. Así de claro.
Las cuatro grandes crisis internacionales posteriores al golpe de la dictadura chilena –la que está en curso y las de los años 1975, 1981 y 1997-, han sido descargadas especialmente sobre las espaldas del pueblo y los trabajadores. Sobre esta materia en Tarapacá conocemos bastante y de manera trágica, como fueron las crisis económicas que desembocaron en las grandes matanzas de diciembre de 1907 en Iquique y en la masacre de junio de 1925 perpetrada prácticamente en toda la pampa salitrera. Las sucesivas crisis salitreras significaron, literalmente, hambruna para el pueblo al punto que los comedores instalados por el Estado no alcanzaban a suplir la imperiosa demanda de alimentación y en Iquique y en la pampa hubo gente que se moría de hambre, especialmente durante la crisis de 1930. Asevero esto último afirmado en la prensa de la época.
La tardía e incipiente industrialización de Tarapacá (año 1953 en adelante) cerró un temprano ciclo bajo la dictadura de Pinochet que abrió las puertas al capital comercial y especulativo. Por su parte la prometedora industria pesquera no soportó la voracidad de Angelini que transformó nuestro biosistema marino en un colosal capital que terminó por aniquilar nuestras posibilidades de desarrollo. Asimismo la dictadura cerró las posibilidades de desarrollo sobre la base de una verdadera actividad minero-industrial y químico-minera que se proyectaban para nuestro norte, en especial bajo el gobierno de Allende.
Toda nuestra clase política –la de ayer masacres incluidas y las de hoy- han demostrado estar al completo servicio del gran poder económico. Hoy secundan no solo las actuales políticas neoliberales en curso; ya he dicho otras veces que autoridades públicas nuestras –regionales, comunales, ministros incluidos- son verdaderos relacionadores públicos de las empresas mineras, más que funcionarios al servicio de la comunidad y del Estado chileno. La cooptación de la intelectualidad nortina y de las universidades es tan patente que no existe ni el más leve asomo de un proyecto de desarrollo alternativo a lo que han sido las sucesivas llamadas “estrategias de desarrollo regionales” insertas en los denominados “clúster mineros”.
Decíamos que los nortinos sabemos mucho de crisis económicas y sus terribles efectos. Pero muchos especialistas alertan sobre las insospechadas consecuencias de la actual que pone en cuestión nada menos que al paradigma neoliberal. Pero como decíamos que sus efectos serán especialmente descargados sobre nosotros tenemos que actuar en consonancia. Lo primero está en exigir un giro profundo a la estrategia gubernamental actual para que el Estado intervenga en la regulación del mercado; para que tome medidas para que los fondos de pensiones se inviertan en forma productiva y segura en el país; redefinir el presupuesto aumentando el gasto social; apoyo real a la pequeña empresa; en tomar medidas eficaces para no rebajar el poder adquisitivo de los trabajadores. Asimismo aprovechar la oportunidad para fortalecer la integración latinoamericana que nos permita enfrentar de conjunto estos vaivenes.
Los trabajadores tenemos que asumir el momento. La CUT ha llamado a una movilización para marzo próximo y esta tiene que ser contundente e irse preparando desde ya, con una convocatoria ancha y amplia hacia todos los sectores sociales y políticos de nuestra región. De lo contrario, como lo dice nuestra propia experiencia, la crisis caerá principalmente sobre nosotros.

Epifanio Flores.

Partido Comunista de Chile - Comite Regional Iquique