Violencia policial en Iquique ¿quien la frena?
Violencia policial ¿Quién la frena?
(Publicado en Diario 21, el 15 de mayo del 2006)
La violencia con que carabineros arremetió en contra de los estudiantes movilizados y en particular la agresión grave de la que fueron objeto dos de ellos, motivó la intervención de rectoría de la Universidad Arturo Prat, UNAP, y el anuncio de una querella por parte de la Federación de Estudiantes Universitarios, FEUNAP. Pero no es suficiente, es necesario que la comunidad levante su indignación dada la impunidad con que algunos elementos desquiciados enquistados en la policía actúan, lo que aviva su reiteración delictiva. Ha contribuido a este accionar la sospechosa irrupción de elementos ajenos a la movilización que provocaron diversos actos de violencia profusamente destacados por los medios de difusión, de paso diluyendo la importancia de la demanda estudiantil.
La violencia policial tiene larga data y al parecer no ha podido desligarse de la cultura violentista impuesta en tiempos de la dictadura. Lo grave es que continúa en “democracia”; no podemos olvidar que el año pasado un policía puso su revólver en la cabeza de un estudiante universitario al interior de la sede de la Universidad Arturo Prat. En la misma movilización, otro uniformado arremetió con el bus policial en contra de un estudiante dejándolo malherido y con secuelas que le impidieron continuar con sus estudios. También ese día, dos mujeres estudiantes en estado de embarazo fueron sacadas a golpes y a tirones de sus cabellos desde una caseta bancaria en donde se protegían de los gases lacrimógenos. Todos estos delitos están impunes. Chile es uno de los pocos países en que estas denuncias de violencia de la policía se procesan a través de tribunales militares.
Llamó la atención a los dirigentes y estudiantes la singular violencia con la que en esta movilización arremetió la policía. Fue una arremetida salvaje, provocando e incitando la respuesta estudiantil. Algunos policías lanzaban piedras a una actividad cultural e informativa que los estudiantes desarrollaban en la UNAP, donde se le propinó una golpiza a otro joven. Fue una provocación descarada que buscaba la respuesta juvenil.
Pero lo mas grave de esta última movilización de los estudiantes la protagonizó un policía que le disparó a quemarropa una bomba lacrimógena directo a la cabeza del estudiante de ingeniería Felipe Pérez Jaramillo, dejándolo abandonado en el suelo e impidiendo por algunos instantes ser socorrido por sus compañeros. Gracias a un conductor particular pudo ser trasladado al servicio de urgencia del hospital, recinto en el que aún continúa. Esta es una actitud claramente criminal, propia de enajenados que deben ser expulsados del cuerpo policial. Esto sería lo lógico en cualquier sociedad democrática que se precie de tal y no parece ser nuestro caso.
Son ridículas y ofenden las explicaciones entregadas por la jefatura de la institución uniformada. Una institución militarizada como la policía chilena es poco probable que alguno de sus elementos actúe sin el conocimiento de sus superiores.
Pero lo mas grave es que la violencia estatal, siendo un componente estructural del modelo neoliberal sostenido por los gobiernos de la Concertación, no parece vislumbrarse en su término. Después de todo contribuyen e incitan este accionar violentista la criminilización que hace el gobierno de todas las movilizaciones, buscando fragmentarlas para inutilizarlas de su histórica efectividad. Esto y la impasibilidad con que observan el accionar policial los hace responsables también de esta escalada.
Epifanio Flores
Diario 21, 15 de mayo 2006.
Partido Comunista de Chile - Comite Regional Iquique
(Publicado en Diario 21, el 15 de mayo del 2006)
La violencia con que carabineros arremetió en contra de los estudiantes movilizados y en particular la agresión grave de la que fueron objeto dos de ellos, motivó la intervención de rectoría de la Universidad Arturo Prat, UNAP, y el anuncio de una querella por parte de la Federación de Estudiantes Universitarios, FEUNAP. Pero no es suficiente, es necesario que la comunidad levante su indignación dada la impunidad con que algunos elementos desquiciados enquistados en la policía actúan, lo que aviva su reiteración delictiva. Ha contribuido a este accionar la sospechosa irrupción de elementos ajenos a la movilización que provocaron diversos actos de violencia profusamente destacados por los medios de difusión, de paso diluyendo la importancia de la demanda estudiantil.
La violencia policial tiene larga data y al parecer no ha podido desligarse de la cultura violentista impuesta en tiempos de la dictadura. Lo grave es que continúa en “democracia”; no podemos olvidar que el año pasado un policía puso su revólver en la cabeza de un estudiante universitario al interior de la sede de la Universidad Arturo Prat. En la misma movilización, otro uniformado arremetió con el bus policial en contra de un estudiante dejándolo malherido y con secuelas que le impidieron continuar con sus estudios. También ese día, dos mujeres estudiantes en estado de embarazo fueron sacadas a golpes y a tirones de sus cabellos desde una caseta bancaria en donde se protegían de los gases lacrimógenos. Todos estos delitos están impunes. Chile es uno de los pocos países en que estas denuncias de violencia de la policía se procesan a través de tribunales militares.
Llamó la atención a los dirigentes y estudiantes la singular violencia con la que en esta movilización arremetió la policía. Fue una arremetida salvaje, provocando e incitando la respuesta estudiantil. Algunos policías lanzaban piedras a una actividad cultural e informativa que los estudiantes desarrollaban en la UNAP, donde se le propinó una golpiza a otro joven. Fue una provocación descarada que buscaba la respuesta juvenil.
Pero lo mas grave de esta última movilización de los estudiantes la protagonizó un policía que le disparó a quemarropa una bomba lacrimógena directo a la cabeza del estudiante de ingeniería Felipe Pérez Jaramillo, dejándolo abandonado en el suelo e impidiendo por algunos instantes ser socorrido por sus compañeros. Gracias a un conductor particular pudo ser trasladado al servicio de urgencia del hospital, recinto en el que aún continúa. Esta es una actitud claramente criminal, propia de enajenados que deben ser expulsados del cuerpo policial. Esto sería lo lógico en cualquier sociedad democrática que se precie de tal y no parece ser nuestro caso.
Son ridículas y ofenden las explicaciones entregadas por la jefatura de la institución uniformada. Una institución militarizada como la policía chilena es poco probable que alguno de sus elementos actúe sin el conocimiento de sus superiores.
Pero lo mas grave es que la violencia estatal, siendo un componente estructural del modelo neoliberal sostenido por los gobiernos de la Concertación, no parece vislumbrarse en su término. Después de todo contribuyen e incitan este accionar violentista la criminilización que hace el gobierno de todas las movilizaciones, buscando fragmentarlas para inutilizarlas de su histórica efectividad. Esto y la impasibilidad con que observan el accionar policial los hace responsables también de esta escalada.
Epifanio Flores
Diario 21, 15 de mayo 2006.
Partido Comunista de Chile - Comite Regional Iquique
Etiquetas: Derechos Humanos, Movimiento Estudiantil